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Foto cedida por Calcuta Ondoan |
La lucha de la mujer por sus derechos no tiene fronteras físicas ni temporales. La desigualdad de la mujer ha existido desde tiempos inmemoriales y en todas latitudes. La hipocresía de la sociedad occidental tiende a maquillar esa situación que, en lugares del tercer mundo, se manifiesta con toda su crudeza pero el carácter transversal del problema da qué pensar, sobre todo, a la hora de enfocar las estrategias de lucha. Viajemos un poco porque más allá de los problemas específicos nacidos de un contexto determinado, encontraremos una situación de desigualdad que contiene rasgos universales.
Calcuta Ondoan es una ONG radicada en Donostia, que nació hace doce años con una clara vocación de ayuda y apoyo a las personas más desfavorecidas de este subcontinente asiático. La situación de desigualdad de las mujeres es uno de los problemas sobre las que incide de forma especial la organización y, lo dicho, pese a la lejanía geográfica de India, sus integrantes tienen muy claro que el análisis en lo tocante a la discriminación que sufre la mujer es universal. Es más, el sistema neoliberal no sólo reproduce los esquemas sexistas, sino que los agrava. El empoderamiento es un concepto básico sobre el que pivota toda acción encaminada a luchar por los derechos de la mujer, en India y en todo el mundo.
Edurne Gallo e Iñigo Eguren trabajan en la oficina de Calcuta Ondoan en Donostia. Edurne Gallo se ocupa del apartado de sensibilización y educación al desarrollo, mientras que Iñigo Eguren es el director del proyecto y responsable de la sección de cooperación al desarrollo. Eguren es también, junto a Izaskun Andonegi, fundador de Calcuta Ondoan, que inició su singladura hace doce años. “Empezamos apoyando la creación de un hogar, un centro de salud en Calcuta, siempre con la atención fijada en los últimos de los últimos, lo que allí significa que son los que están tirados en la calle sin ningún recurso”.
Empoderamiento
Lo que comenzó siendo un proyecto con una dimensión asistencial fue tomando cuerpo a través de otros elementos de actuación a través de la incidencia política o educacional al desarrollo. Actualmente, una de las claves es el “empoderamiento” de las mujeres. Este concepto aparece admitido en la RAE para quien “empoderar” significa “hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido”. Mencionado el significado oficial, es preferible acogerse a la definición de quienes realmente trabajan a pie de calle para dotar a este significante de un contenido real. “Empoderarse es ser consciente de lo que te ocurre y entrar en una dinámica de aprendizaje para mejorar tu situación de vulnerabilidad”, aclara Gallo. Otras visiones complementarias ayudan a comprender los elementos que tienen cabida en esta idea. “Proceso en el que la mujer alcanza el control de su propia vida y sus condiciones”, “proceso de cambio de dependencia, marginalización e inseguridad a independencia, participación, toma de decisión y autoestima” y “cambio en las relaciones de poder”. En lo que hace referencia a las dimensiones de poder, Gallo aporta tres perspectivas: “Poder propio” como empoderamiento individual, autonomía física, etc, “poder con” como empoderamiento colectivo y organización a través de redes y “poder para” como empoderamiento político o incidencia para lograr cambios.
Una vez aclarado el concepto, Gallo realiza un diagnóstico sobre la situación de la mujer en India. “En igualdad de condiciones, la mujer siempre está en peor situación y no es dueña de sus decisiones. Se hace necesario un empoderamiento a todos los niveles; en su casa, en las aldeas, en los gobiernos, en el apartado laboral o de ocio”. Empoderamiento individual, con un trabajo de refuerzo de la autoestima, y colectivo, a través del impulso para la creación de asociaciones de mujeres y, más tarde, federaciones. “Con este sistema, actualmente apoyamos a 30.000 mujeres en India”, señala Eguren.
Cuando Calcuta Ondoan amplió su mirada desde una política asistencial hasta llegar a la incidencia política y educacional al desarrollo cambió la perspectiva de análisis. “Esto implica indagar en las causas que existen para que se dé un hecho”, aclara Eguren.
Más allá del sistema de castas vagamente conocido en nuestra latitud, actualmente India está conociendo un profundo cambio ya que la región está sufriendo las consecuencias del desarrollo del sistema capitalista occidental. “En India se está produciendo un crecimiento económico brutal. La “India de las tecnologías” implica a un 20 por ciento de la población, este segmento poblacional está formado por personas que están mejorando su situación económica y, en el caso de las mujeres, este cambio sólo trae una nueva forma de opresión, ya que las convierte en mercancía”, señala Eguren.
Dote y aborto consentido
Existen dos elementos que contribuyen a la discriminación de la mujer; la dote y, en consecuencia, el aborto consentido. La dote es la suma de bienes que han de aportar al matrimonio los padres de la novia. Esto hace que las familias prefieran tener niños a niñas y, por tanto, recibir la dote del matrimonio en vez de pagarla. “La dote favorece la práctica del aborto selectivo. Con esto no queremos decir que cuando los padres se enteran de que la embarazada espera una niña automáticamente aborten, pero si marca una tendencia, sobre todo si el matrimonio ya ha tenido una o más niñas. Todo ello, pese a que la dote y el aborto consentido están prohibidos por ley”.
La aparición de una clase media creciente que aspira a mejorar su estatus social implica la perversión del elemento de la dote. Por un lado, las cuantías económicas de las dotes son cada vez mayores y entroncan con esa aspiración de mejorar el estatus social y económico de las familias, por otra parte, los matrimonios de clase media tienen la posibilidad de acceso tecnológico para conocer el sexo del feto y poder abortar si es niña. Este fenómeno se da, sobre todo, en el ámbito urbano. La tendencia es clara a la luz de los datos que ofrece Calcuta Ondoan. En 2001 la estadística era de 927 niñas por cada mil niños y en 2011 era de 914 niñas por cada mil niños. Por otra parte, un artículo reciente publicado por el periódico The New York Times asegura que se han producido alrededor de 6 millones de abortos entre 1991 y 2001 y 7,1 millones entre 2001 y 2011.
Estos códigos culturales y sus consecuencias se añaden a los roles sociales de género (masculino o femenino) que, al igual que en el resto del mundo, sitúan a la mujer en grado de discriminación con respecto al hombre. La labor de empoderamiento es ardua en un contexto como el de la sociedad en India. “El 65 por ciento de las mujeres no sabe ni leer ni escribir”. El peso del ámbito privado y de las relaciones domésticas es muy grande. “Es muy importante la creación de asociaciones y federaciones. Se reúnen y hablan de sus problemas. Más tarde se promueve la capacitación a través de cursos de liderazgo y se les pone en conocimiento de sus derechos”. Los frutos de este trabajo se recogen al cabo de los años. Algunas mujeres se convierten en líderes de los “panchayet” (gobiernos locales de las aldeas). También se realizan cursos que capacitan a la mujer para lograr recursos económicos propios a través de la cría de cabras, producción de incienso u otras actividades económicas. Calcuta Ondoan promueve también la interlocución a través del apoyo a organizaciones nacidas en la propia región y formadas por habitantes nativas.
Discriminación global
El análisis es transversal en dos sentidos; por un lado, en la influencia que ejerce el sistema neoliberal globalizador sobre una sociedad como la hindú y, por otro, en el carácter universal que tiene la situación de desigualdad de la mujer. En todas las latitudes, la mujer debe de luchar por que le sean reconocidos sus derechos. “Nos une una historia de opresión universal”, señala Gallo. “Todo se entiende muy bien si se divide la actuación en dos ámbitos; el público y el privado. La mujer va ocupando paulatinamente espacios en el ámbito público, sea en el apartado laboral o de relaciones sociales, pero continúa arrastrando el mismo peso en el ámbito privado, haciéndose cargo en igual medida que antes de las labores domésticas. De este modo, conquista espacio público pero al precio de soportar doble carga”.
Por otro lado, el sistema neoliberal basa sus relaciones económicas en el consumo y la conversión de todo tipo elementos en mercancía, incluidas las personas. “La mujer se convierte en mercancía, se cosifica. Vales en función de tu capacidad de compra”. El entramado económico globalizador crea un sistema en el que la mujer sufre especialmente las consecuencias del fomento de mano de obra barata, algo que se puede observar en los países occidentales en la división sexual del trabajo y, por añadidura, en las labores asignadas a las mujeres inmigrantes. La esclavitud estética es otro de los elementos de denuncia que cabe realizar en el análisis sobre la situación de la mujer. ¿Existe un remedio? “Hay que elaborar discursos alternativos para generar una educación crítica y una pluralidad de perspectivas. La información variada es fundamental para posibilitar la reflexión crítica”. Calcuta Ondoan promueve y organiza talleres, cursos y seminarios. “Te das cuenta de que es muy difícil conseguir avances y de que el hombre no cambia sus costumbres. Es lo que yo llamo el trabajador “champiñón”. Se trata de un comportamiento extendido en el que ves que el hombre va a trabajar, vuelve a casa y todo lo que no sea trabajo u ocio no existe para él. Es como un champiñón que brota sin más y en el ámbito doméstico la mujer tiene que hacer todo”, remarca Gallo. Desde Calcuta Ondoan animan a implicarse en las actividades que ponen en marcha distintos colectivos y organizaciones sociales. “Cualquier persona tiene algo que aportar”. Los socios y socias de Calcuta Ondoan deciden la cantidad de la cuota que aporta, así como la periodicidad en el pago de la misma. La organización también anima a la colaboración para ayudar en las actividades que realiza.
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