domingo, 23 de diciembre de 2012

Ordizia. Crónica "reciente" de un mercado secular



Mercado de Ordizia. 1910

Cierra el año y, a modo de crónica, dirijo la mirada a una de las actividades vivas más longevas que ha cumplido cifra redonda en 2012. Medio milenio, ni más ni menos. La feria de Ordizia ha cumplido 500 años. Este inmenso mercado reúne aún todos los miércoles en la plaza de la localidad a unos 50 productores que ofrecen una larga lista de productos de temporada, los frutos de la tierra puestos al servicio de quien quiere comprar atraído por colores, olores, texturas y sabores al natural, lejos de brillos de neón y liberados de la mortaja de plástico sobre bandeja sintética que envuelven los artículos dispuestos en los estantes de los supermercados, colocados estratégicamente bajo la dictadura del marketing. Aquí no encontrarán escuetas etiquetas explicativas con letra cuerpo 6 a escudriñar bajo lupa. Las dudas las resuelve "in situ" el productor y el espacio de relación comercial mantiene así la sana costumbre de charlar sobre lo que se compra y con posibilidad incluso de derivar a una suerte de filosofía doméstica.
La tierra no regala nada y exige labor constante. Se trata de economía de subsistencia que cotiza a la baja en estos tiempos en los que la especulación es la herramienta de la codicia para lograr beneficio rápido y cuantioso. Probablemente ese alejamiento no sea sino un movimiento en círculo y cumplido el ciclo volvamos al principio o, por lo menos, a rescatar los elementos de importancia capital que tiene la agricultura y ganadería basada en pequeñas explotaciones y que, hoy en día, es modelo duramente castigado.


Ordizia se convertía en un hervidero en los días de feria. 1934.

El concurso de ganado era una de las principales atracciones de la jornada. 1932.

Se han celebrado diferentes actos conmemorativos para celebrar el 500 aniversario de aquél incendio que sufrió Ordizia el 18 de marzo de 1512 y que dio lugar a que la Junta de Zumaia concediera una ayuda para la reconstrucción de la villa. La reina Doña Juana otorgó Real facultad para que pudiera celebrarse mercado franco semanal todos los miércoles del año. Hasta hoy. Evidentemente, no podemos buscar testimonio oral en el origen de la feria, pero sí contar con los recuerdos de un habitante de la vecina Itsasondo de 87 años que dibuja con trazo firme la estampa del mercado y, por extensión, de las relaciones sociales en la época de pre y posguerra. En su humildad, accede a charlar a cambio de la irrenunciable condición de mantenerle en el anonimato, ni nombre ni foto. Es un torpedo en la línea de flotación del género entrevista, pero nobleza obliga para este testimonio anónimo, a modo de Lazarillo.
Nacido en 1925, sus primeras imágenes del mercado se remontan a la época anterior a la Guerra Civil, concretamente habla de cuando tenía nueve años. 1934, con una república en plena convulsión; revolución de Asturias y signos de preguerra que dejaban adivinar el infierno que acaecería dos años después. “Hasta los nueve años estudiábamos en Itsasondo pero luego seguíamos nuestra formación en una escuela de Ordizia. En ese momento fue cuando conocí la feria”, explica nuestro protagonista que, como actividades paralelas, menciona cómo ayudaban a misa como monaguillos y vendían periódicos, ambas muy en boga entre los infantes de la época. Ya en los años 40, este itsasondotarra empezó a trabajar en la empresa Muebles Ordizia, negocio en el que permaneció hasta su jubilación en 1988. Durante muchos años, este empleado colocaba su puesto de muebles en los aledaños de la feria, también los miércoles. “Conozco el mercado porque me ponía en esa calle con los muebles, fuera de la actividad propia del mercado, pero digamos que en la misma ubicación. En aquella época había muchos más caseros que ahora. La actividad se dividía en jornada de mañana y de tarde. Por la mañana se colocaban las mujeres en el mercado con las verduras, las gallinas y los conejos y, por la tarde, era el turno para los hombres, que iban con el ganado”. La división sexual del trabajo se ampliaba a las costumbres. “Al mediodía, las mujeres dejaban los puestos y regresaban a los caseríos, mientras que los hombres se quedaban en los bares a comer y a beber (risas) y, ya por la tarde, el ambiente entre hombres era distinto. Ahí llegaba el trato con el ganado y el verdadero negocio. Porque por la tarde se movía mucho más dinero que por la mañana”.
Muchos de los elementos que, hoy en día, observamos como un resto folclórico, en aquellos tiempos tenían un sentido práctico. “Ahora se ven demostraciones de arrastre de bueyes y la apuesta es un juego, pero yo he conocido en Ordizia los tiempos en los que el arrastre de bueyes y las apuestas se realizaban porque el propietario quería demostrar de cara al vendedor realmente que sus bueyes eran los que más potencia tenían. No era un juego sino una necesidad de vender el animal”.
Nos situamos en la posguerra y hablamos de los productos que, en la feria, daban mayor rédito, productos que eran un auténtico negocio que movía mucho dinero. “La lana y el cuero se pagaban muy caro. Ahora no valen nada, pero en aquella época se cotizaban mucho, era terrible. En las tiendas existía el estraperlo y, por ejemplo, el pan era un producto de estraperlo. En muchos caseríos o en sus alrededores había molinos y estaba prohibido moler, pero lo hacían y había pan blanco”. El pan era un bien muy preciado en aquella época, tanto que nuestro entrevistado recuerda algunos aspectos de la dieta de aquellos años en los caseríos. “En mi casa, en los años 40, comíamos todos los días alubia roja. Y los domingos alubia blanca o garbanzos”. Pero, ¿no es más apreciada la alubia roja que la blanca? “Sí, no sé. El domingo comíamos blanca porque era distinta de lo que consumíamos entre semana, y lo mismo pasaba con el garbanzo”. Cuentan que uno de los manjares preferidos en aquella dieta de los cuarenta y los cincuenta era incorporar a las alubias el pan sobrante, que se reblandecía en la cocción y quedaba exquisito. “Sí, pero eso empezó a partir de finales de los cuarenta. Como te he dicho, el pan era estraperlo y hasta 1948 nos las veíamos muy mal para echar pan a las alubias”.
Volvemos al mercado de Ordizia. “Recuerdo un autobús que venía de Salvatierra en el que ponía Trifón Erro. Venía lleno y la gente que no cabía dentro iba en el techo del autobús. La mayoría eran vendedores, aunque también viajaban algunos compradores. Otros venían con el caballo. En general, el ambiente era más rural que ahora, excepto por la presencia de los kaletarras. Así denominaban a la gente que no era de caserío”.
Otro de los productos estrella que generaban un gran negocio era la castaña. “Eran sacos enormes. Cualquier género venía en sacos de 40 o 60 kilos. Con la castaña había una especie de juego del ratón y el gato. El vendedor ponía las castañas con mejor presencia arriba del saco y las más pequeñas o menos atractivas tapadas por las de arriba. Claro, como el comprador sabía el truco, metía el brazo para inspeccionar las castañas que estaban por debajo y, entonces, el vendedor metía las castañas menos atractivas todavía más abajo, donde no llegaba el brazo del comprador”.
En la compra al por mayor, el testigo recuerda un cliente que compraba en grandes cantidades para llevarlo a un almacén que tenía en Zaragoza. “Existía mucho comprador que llevaba la materia prima fuera. Con los cerdos había un negocio enorme. Compraban crías para luego venderlas otra vez. Eran tratantes de aquí que llevaban las crías fuera, donde no hubiera tanto cerdo. Los compradores se cabreaban porque sabían que el destino era la venta, pero…” A nuestro protagonista le brillan los ojos mientras rememora aquella época de dificultades y trampeos, del “sálvese quien pueda”, donde el mercado de Ordizia era emplazamiento idóneo para aguzar el ingenio y que cada cual buscase la transacción más favorecedora para superar las penurias del periodo de posguerra.





Las mujeres se encargaban de la venta de frutas y verduras por la mañana.
Los hombres se quedaban a comer y, por la tarde, negociaban las transacciones de ganado. 1934
Fotos cedidas por Casa de Cultura de Ordizia y Centro D'Elikatuz

jueves, 20 de diciembre de 2012

Gasca. Templo del cómic


Luis Gasca posee un inmenso archivo de comics de todo tipo de estilos y géneros


Hace algunas semanas se asomaba a la Galería Orión una exposición dedicada a Drácula, con la promesa de que su comisario, Luis Gasca se incorporaría a la constelación de personajes que, poco a poco, completa este blog. Pues aquí está.
En ocasiones, los adjetivos merecen un paso más allá de lo que otorga un vocablo. Decir que Luis Gasca (Donostia, 1933) es un apasionado de los comics es poco. Su colección suma más de 8.000 ejemplares. Y decir que es un hombre prolífico también se queda en la vaguedad. Ha ocupado puestos relevantes en agencias de publicidad y editoriales, ha trabajado en radio, televisión y cine, ha sido director del Zinemaldia en los años 1977, 1981, 1982 y 1983, ha impartido clases en diferentes universidades y ha sido autor o partícipe de más de 140 publicaciones, pero mejor que se hagan una idea del largo etcétera que engloba su actividad echando un vistazo a la siguiente dirección: www.photoaisa.com/AISAWeb/luisgasca/index.jsp.html. Doctor en Derecho, ejerció sólo nueve meses. “Fue todo el tiempo que necesité para darme cuenta de que, como decía el alcalde de Marinaleda, la justicia es un cachondeo”. Colgada la tersa y reluciente toga, inició la mencionada singladura profesional.
Me cito con él cuando acaba de regresar de París. “Siempre voy encantado. Es una ciudad de lujo para cualquier amante del cómic”.  y en unos días va a Madrid a un homenaje que le rinde TVE a “Sarita” (dixit) Montiel. Vamos a paso ligero por las calles donostiarras hasta Reyes Católicos, donde se ubica el monumental archivo de comics. Se desenvuelve bien con el ratón y el teclado y confronta su memoria enciclopedia con los datos recogidos en las páginas web. “Wikipedia y otras páginas de consulta son poco rigurosas. Hay un montón de errores, incluidas fechas”, se lamenta y desconectamos.
Su despacho sólo contiene una pequeña biblioteca en la que se puede admirar el formidable Diccionario Literario Bompiani. Lo jugoso se guarda en el sótano bajo llave, los comics clasificados y guardados en armarios metálicos a un lado y otro de dos largos pasillos. Allí descansan en las condiciones ambientales más favorables tesoros forjados con tinta, papel y, sobre todo, el derroche imaginativo de sus autores. Descansan en su interior los personajes plegados a la espera de que alguien los rescate de su hibernación para saltar a la vida y transportar al lector a mundos sugestivos donde discurren las más apasionantes aventuras. La intención es convertir el espacio en sala de lectura y de consulta, además de investigación, exposiciones y proyecciones.
Las casualidades no existen y tarde o temprano el niño Luis Gasca se hubiera sumergido en el mundo del cómic, pero preguntado sobre la forma en la que se inició en la lectura de los tebeos, Gasca nos remite a un vecino de la infancia. “En el mismo portal vivía el responsable de la imprenta Nerecan que, por aquella época, era la que tiraba los tebeos. El domingo este vecino me regalaba el ejemplar semanal que saldría el martes siguiente. Así, llegaba yo a clase el lunes y ya sabía cómo seguía la historia antes que mis compañeros”. La información privilegiada siempre ha producido un dulce regusto, venga o no acompañada de los pingües beneficios que puede generar. Nos encontramos en los años 40 y la pregunta salta a la superficie como una boya sumergida. ¿La censura? “En los años 40 la censura incidía en los temas políticos, pero en los 60 y 70 llegó una oleada más fuerte, que afectaba a todos los órdenes. El famoso padre Vázquez fue un auténtico inquisidor de esa época. Recuerdo situaciones que la censura no podía tolerar como que los vikingos llegaran a América antes que los españoles o que los indios de Tex fumaran la pipa de la paz porque parecía una incitación al consumo de droga”. Este último es un ejemplo muy ilustrativo de cómo eran los censuradores quienes poseían mentes calenturientas y no los censurados.

Reivindicación del género
Existe la idea de que el cómic es literatura adolescente o juvenil, en algunos casos transición hacia la literatura adulta, con formato de texto, pero el espectro es universal. Vienen a la cabeza aquellas clases de bachillerato con el Cimoc o Víbora en el regazo, lectura furtiva a la fuerza so pena de acabar en el pasillo y, lo que era peor, con el ejemplar confiscado para regodeo del cura profesor. Así quedaban alumno y docente unidos por una misma lectura. La reivindicación del cómic como un tipo de literatura que merece el mismo tratamiento que cualquier otro recuerda a la misma que se produce en el cine con respecto al género de animación que, en los últimos años, merece una mayor consideración. “El cómic no tiene edad. Antes se llamaba tebeo y ese vocablo, “tebeo”, da el nombre genérico al tipo de literatura, sin más. Si realizamos un recorrido histórico, hay que recordar que el género tiene una derivación a principios del siglo 20 hacia las revistas humorísticas, con títulos como “La Traca”, “Fray Lazo” o “Buen humor”. Entonces las publicaciones comenzaron a combinar imagen y texto”.

El cómic como vanguardia
Cómic, literatura textual y cine forman un triángulo de interesantes conexiones. La literatura permite fabricar al lector sus propias imágenes y el cine tiene la capacidad de ofrecer un anclaje a la realidad a través de la imagen en movimiento. El cómic ofrece imágenes, pero estas son estáticas. ¿No es una desventaja? Gasca niega de plano el carácter estático de las viñetas. “Puedes llegar a analizar una viñeta y perderte en ella. Una sola imagen te puede contar mucho más que una película entera; los colores, los matices, los diferentes planos, personajes y la relación entre todos estos elementos son capaces de construir una historia dinámica. En este sentido, el cómic es vanguardia estética y es capaz de excitar el imaginario del lector como ningún otro canal”.
Gasca ahonda en esa visión vanguardista del cómic. “Los héroes han nacido en el papel y luego han pasado a la pantalla. Hacia 1902 ya había adaptaciones al cine de historias de comics. La diferencia era que esos experimentos pioneros eran genéricos de publicaciones que salían en Estados Unidos. Las adaptaciones eran muy fieles a los dibujos y, de hecho, los propios autores de los comics eran los que luego estaban al frente del producto cinematográfico. En los años 30 todo eso cambia y comienzan los seriales con bajo presupuesto, con adaptaciones más libres aunque respetan el vestuarios de los personajes. Más tarde el fenómeno se masifica y las adaptaciones dejan de ser fiel reflejo del original impreso. Tampoco creo que las obras que se llevan al cine tengan que ser necesariamente fieles. La última serie de películas de Batman me parece muy interesante”.
Por lo que respecta al texto, el género ofrece una lista interminable de términos que, más tarde, se han popularizado. En un cómic no existe la voz, se la imagina el propio lector, pero Gasca da una importancia vital a la voz, tanto en el cine como en la radio, medio este último en el que también se ha prodigado. “El doblaje me parece una aberración. Es increíble que Brad Pitt tenga que entrenar su dicción durante semanas para representar fielmente a un personajes de una comarca concreta y luego venga un señor con gafas y un papel y le ponga su voz. O, por ejemplo, los doblajes de los niños. La ley impide que los niños puedan ser dobladores y eso obliga a que todas las voces de niños sean realizadas por adultos de manera más o menos forzada”, se lamenta Gasca.

Héroes con debilidades
No podemos escapar de la histórica tentativa de clasificar a los personajes en unos pocos perfiles a modo de moldes, a partir de los cuales podía desplegarse una trama argumental completa. Mero corsé. Los seis personajes de la comedia en el Siglo de Oro (dama, galán, poderoso, viejo, gracioso y criada) con sus roles correspondientes tuvieron continuidad en el cine con diversas fórmulas como el bueno, el malo, el galán, la guapa, el tonto u otras pocas divisiones. En el caso que nos ocupa, el cómic no puede zafarse de las figuras de héroe y villano. Para Gasca es importante el trasvase de niveles, de lo sobrehumano con poderes increíbles (delicioso ingrediente de las lecturas infantiles) a lo humano (donde palpita el vínculo de implicación entre el personaje y el lector que le otorga movimiento). “Del héroe espero que tenga matices, fallos humanos por decirlo así. Quiero que tenga heridas, que se pase dos días enteros encerrado en casa y ver cómo le crece la barba. Por otro lado, espero momentos de humanidad en el villano. Y, por supuesto, nunca puede faltar el factor sorpresa”.

Dificultad en la distribución
Gasca fue fundador, junto al también donostiarra Javier Aranburu, de la editorial Burulan que a principios de los 70 rescató algunos de los clásicos y abrió una nueva vía a través de publicaciones bajo el título “Drácula”. También dirigió Pala, Sadko y fue asesor editorial de Ediciones B. Desde su experiencia, explica la diferencia entre el trabajo en una editorial convencional y una empresa dedicada a la edición de comics. “La particularidad radica en la distribución. Los comics se vendían únicamente en quioscos. Con la llegada de la novela gráfica en los años 70 surgen librerías y son locales especializados. Ahora la distribución se ha extendido y se puede encontrar un cómic en cualquier librería, pero comparte espacio con los demás géneros. El dueño lo puede poner en un lugar destacado de un estante, si considera que la obra lo merece, pero no le otorga esa dedicación que requiere. En Francia es otra cosa, allí se dedican mucho más al cuidado de esos circuitos de distribución concretos”, asegura Gasco.
Gasco es “papeldependiente” frente a las nuevas tecnologías. “El cómic digital va a traer una revolución de grandes dimensiones, pero rompe la magia del papel. Necesito el contacto con el papel, el olor de los libros, el marcador de páginas, volver las páginas”. No hay duda de que el valor iconográfico del cómic hace que el libro como objeto cotice al alza. Quizá el cómic se convierta en un futuro en un reducto de resistencia del papel, junto a bibliómanos empedernidos.
Una última pregunta lanzada sin mucha esperanza de pregunta concreta. ¿Su autor favorito? No lo duda. "Will Eisner".

martes, 4 de diciembre de 2012

Vogayer I. El viaje más largo acaba de empezar


Me desayuno con la noticia de que la sonda Voyager I rebasa los límites del sistema solar para adentrarse en el inmenso mar cósmico. Para recordar el lanzamiento de la sonda Voyager I casi hay que peinar canas. La memoria es caprichosa y, según para qué, un 5 de setiembre de 1977 puede parecer casi una eternidad o puede parecer que fue ayer. Mis recuerdos han de remontarse a una infancia que era terreno abonado para que el germen de la curiosidad floreciera con fuerza. En temas astronómicos, uno de mis recuerdos más impactantes fue el de la llegada de la Viking a Marte el 20 de julio de 1976. Pleno verano cuando, entre juegos y callejeo, la televisión y la radio se hicieron eco de la gran noticia. Por supuesto, no llegaba a evaluar el alcance del logro, aunque el acontecimiento despertó mi interés por mundos lejanos y desconocidos, pero reales. Era la maravilla de descubrir un hogar con la puerta abierta al exterior. Entonces no lo comprendía, pero tenía el privilegio de pertenecer a la primera generación infantil que veía cómo el hombre había iniciado la exploración de otros mundos.
Hoy conservo mis vivencias de aquellos años como escenas inalcanzables y sólo aprehensibles por una memoria que moldea la realidad y la envuelve en un fluido del que sobresalen algunas imágenes intactas como náufragos aferrados a la vida. Uno de los recuerdos indelebles es la fascinación de saber que la Voyager I era lanzada para vagar por el espacio. Ello suponía una cantidad ingente de madera para alimentar los motores de la imaginación. No era la primera sonda destinada a este fin, pero sí es la que más lejos ha llegado, la primera en posicionarse en la carrera hacia el infinito.
En el inconmesurable espacio, lejos de las fronteras de nuestro planeta, el tiempo cobra también una dimensión inconmensurable. En el cosmos, la medición en horas, días, años o milenios es insuficiente, signo de que nuestra vida es efímera. Voyager I ha viajado más rápido que cualquier otro artefacto fabricado por el hombre, casi más veloz de lo que nuestra propia imaginación pueda concebir. Su cuentakilómetros registra una velocidad de 60.000 kilómetros por hora, suficiente para dar una vuelta y media al mundo atravesando todo el ecuador y algo más en un hora o para llegar a la Luna en un viaje de cinco horas. Han sido necesarios 35 años para situarse en los límites del sistema solar pero, después de 35 años, sólo se encuentra 18.500 millones de kilómetros del sol, es decir, la distancia que recorre la luz en 15 horas (15 horas-luz). Y si la sonda a duras penas avanza media hora-luz cada año todavía sufrirá un tedioso recorrido a través del frío y solitario espacio hasta divisar la estrella más cercana, Alfa Centauri, a 4 años-luz, objeto que alcanzará dentro de 70.000 años. En un supuesto viaje por el universo conocido es como salir de nuestra casa para tocar la puerta de la del vecino. La anchura de la Vía Láctea, nuestro siguiente hogar más próximo en las infinitas capas de la cebolla cosmológica, tiene una anchura de 10.000 años luz. La vecina galaxia de Andrómeda, visible casi a simple vista en noches claras, se divisa a 2 millones de años-luz. Seguimos añadiendo ceros hasta llegar a la recientemente descubierta galaxia más lejana a 13.500 millones de años-luz. El viaje más largo de 13.500 millones de años-luz acaba de empezar hace 17 horas-luz.


Voyager I. La huella más alejada del hombre abandona el sistema solar.
¿Será algún día rescatado por otra forma de vida?

jueves, 29 de noviembre de 2012

El Zinemaldia 2013 se anima

Los responsables del Zinemaldia no cesan de trabajar. Tras un breve descanso después de la celebración de la 60 edición del certamen, vuelven a la actividad y antes de que finalice el año ya traen noticias jugosas. En este caso se trata del anuncio de una de las tres retrospectivas, que estará dedicada al cine de animación. Su título: “Animatopía. Los nuevos caminos del cine de animación”. La elección de una retrospectiva es complicada, pues implica un conjunto de cintas en la misma maleta y la decisión de introducir el género de animación es todo un guiño a la apertura de contenidos. No en vano, la inclusión de esta sección marca un nuevo e interesantísimo rumbo que no puede ser desgajado de la filosofía del máximo responsable del festiva, José Luis Rebordinos. No olvidemos que previamente dirigió la Semana de Cine Fantástico y de Terror, en la cual no pueden faltar cintas de animación, sobre todo entre los cortometrajes. En este “miniformato” el espectador puede disfrutar de joyas que, en muchas ocasiones, brillan más que sus hermanas con personajes de carne y hueso.
En una entrevista que realicé a Rebordinos en febrero de 2011 para la revista Donosti Aisia el director adelantaba algunos conceptos que parecen tomar forma y dejan adivinar un futuro atractivo para el festival. Rebordinos mostraba reparos ante conceptos como género o cine con mensaje y apostaba por una variedad y dinamismo en las propuestas. Así hablaba sobre los contenidos futuros del festival. “Seguro que habrá cine de genero, cine de no ficción, cine documental o cine de animación. La sección oficial de Berlín proyectó un par de documentales y una película de animación. Cualquier festival es ya una mezcla de todo eso, una película de animación hoy en día puede ser comparable a grandes películas. En los últimos años, las fronteras entre los géneros se están difuminando, de modo que el festival tenderá a proyectar lo mejor de cada uno de esos géneros. Hay que romper el tabú de que los festivales son para trabajos con mensaje y trasfondo social. Ahora lo que importa es ofrecer una amplia variedad y representación del cine que se realiza”.
Estas reflexiones generaban una duda. ¿Los cambios de los que habla Rebordinos proceden de la industria del cine y el espectador los asume o, por el contrario, el productor o el festival se pliegan a los deseos de la demanda? “Creo que hay una relación dialéctica, es algo recíproco. Desde la oferta se genera un tipo de productos que condiciona la demanda, pero la demanda también condiciona la oferta. En el festival procuramos que nuestra propia selección cree opinión y una línea o tendencia, pero si existe una fuerte demanda por parte del público en un sentido, hay que tenerla en cuenta. En la semana de terror solíamos decir que había que ofrecer en un 50 por ciento lo que la gente quiere y en el otro 50 por ciento lo que no conoce, pero que creemos que es interesante ofertar porque le puede gustar. Cualquier programador está condicionado por lo que el público quiere ver, pero también el programador ha visto cientos de películas, como es mi caso, frente al espectador que ha visto muchas menos. Por tanto, tú puedes ver que caminos son mas interesantes”.
De estas palabras se deduce que el festival de cine, como el propio arte cinematográfico se mueve. Kinesis = movimiento. La etimología hecha intención.


Tres de las cintas seleccionadas: "Arrugas" de ignacio Ferreras (2011), "Chico y Rita" de Fernando Trueba (2010) y "Mary and Max" de Adam Elliot (2009)
 Imágenes de www.sansebastianfestival.com

martes, 30 de octubre de 2012

Las mil caras de Drácula

La Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia homenajea a Drácula. Un ciclo de tres películas (Drácula -1931-, La mansión de Drácula -1945- y Drácula -1979-), el cartel del propio certamen, la decoración en el exterior del Teatro Principal donde tienen lugar las proyecciones y una exposición son los ingredientes de este homenaje. En un guiño a lo imposible, uno sueña con lo que hubiera podido significar una visita del nonagenario Sir Christopher Lee, su aparición en el escenario del Principal y un recibimiento con el teatro que se viene abajo.




Uno de mis primeros recuerdos relacionados con el terror se refiere a la figura de Drácula. Me remonto a la época preescolar, algunos parvulitos nos encontrábamos bajo la fachada de la parroquia del Corazón de María en Donostia. El acceso por cada uno de los dos laterales al interior de la iglesia estaba flanqueado por una doble puerta batiente, en medio de las cuales quedaba un habitáculo. Esa pequeña cámara oscura marcaba dos metros cuadrados de frontera entre la penumbra silenciosa del templo y la segura luminosidad de la calle. Transición, espacio atractivo e inquietante. El paso resultaba ideal para juegos de escondite o improvisar escenificaciones de exaltación terrorífica y así lo entendió mi buen amigo de juegos José Mari Conde quien, aunque solo fuera por influencia del apellido, comenzó a emular a Drácula desplegando una representación teatral con toda suerte de gritos, aspavientos y persecuciones. Abre y cierra puertas, entra y sal a la carrera, todos huyendo despavoridos de Conde y del conde, a su encuentro para luego batirnos en retirada. Fueron las primeras catas de ese placentero sabor proporcionado por un cosquilleo que surge de las vísceras, asciende por la garganta y escapa en un grito liberador. Pulsión ancestral que cruza océanos de tiempo, como el propio Drácula. Gracias a los dos, Conde y conde. 
Hoy, en la Casa de Cultura de Okendo, que se encuentra a 100 metros de la parroquia de mis primeras correrías con los condes, cierro un círculo con la visita a la exposición sobre Drácula que se organiza con motivo de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia y que permanecerá abierta hasta el 7 de diciembre. El material ha sido cedido por Luis Gasca, donostiarra amante del cine y coleccionista de más de 8.000 comics que, ya adelanto, protagonizará el próximo artículo de Galería Orión. La sala acoge diverso material relacionado con Drácula (postales, posters, fotogramas de películas, comics, viñetas, vídeos y pases de algunas películas y series). Bram Stoker creó un guerrero con trasfondo romántico cuya crueldad como empalador se ve corregida y aumentada por la sed de venganza y posterior maldición tras su drama amoroso, pero la versatilidad de Drácula supera la de todos sus compañeros en la galería de los horrores proporcionada por el cine y la literatura. No hay más que echar un vistazo al material de esta exposición para observar las múltiples derivaciones de Drácula, que se extienden como tentáculos a lo largo del imaginario de lo fantástico. Su faceta sexual queda perfectamente plasmada y destaca la portada de una película setentera que reza “Las aberraciones sexuales del Conde Drácula”, clasificada S y en la que aparece una moza lozana cuyo seno queda oportunamente oculto por una de las alas de un murciélago vampiro. También se observa la carátula del vídeo ¡Drácula, muérdeme abajo! cuyo título delata el desparpajo con el que se desenvulve el príncipe de las tinieblas en sus salidas nocturnas. Son estas historias donde Drácula se zambulle en el elemento erótico festivo, con capa y todo, en un ejercicio de buscar lazos entre el miedo y el sexo, de circular por los túneles que conectan los instintos primarios. Hay que reconocerle a Drácula esta versatilidad que no tiene cualquier otro monstruo. No es fácil imaginar al aparatoso Frankenstein (el basto ropaje y los zapatones no ayudan) moverse sobre el jergón con semejante soltura, aunque me viene a la memoria “El jovencito Frankenstein”, película en la que Mel Brooks perfiló una criatura capaz de ir más allá de ortopédicas relaciones amorosas y cuyas hábiles maniobras, lejos de ser grotescas, eran saludadas con incontenible jolgorio por parte de su afortunada compañera. 
Por último, la muestra de Okendo recrea toda la versatilidad de Drácula con la presentación de flashes como el personaje de Condemor encarnado por Chiquito de la Calzada, el Drácula de Leslie Nielsen, el abuelo de los Monster y otras parodias más o menos afortunadas. Es ese Drácula tan versátil y caricaturesco que tanto juego otorga, heredero de ese original de Bram Stoker que no hay que olvidar.






Desconozco si existe la versión del Drácula nazi, pero esa forma de salir del ataúd…


Con semejante título y antetítulo, la foto de portada y la aparición estelar de Samantha Fox, 
lo de “Clasificada S” es mera redundancia. A Bram Stoker se le desmadra el personaje.



Caída de un mito. La frustración del Drácula ligón, según Forges.




Todas las imágenes pertenecen al Archivo Luis Gasca



Sobre la cruda realidad

Un Twiter enviado por @FNPI_org reza lo siguiente: ¿Hay algún mecanismo de defensa de los lectores cuando los diarios publican fotos escabrosas? bit.ly/OyoPtA #ConsultorioÉtico

Ese mensaje me ha movido a la reflexión y ha sido el germen de una serie de consideraciones que plasmo a vuela pluma en este espacio. Ciertamente, el periodista se ve prácticamente a diario asaltado por las dudas sobre cómo enfocar un hecho noticioso. Quiero partir de la convicción personal de que la objetividad no solo no existe sino que, además, no es en absoluto un fin por el que hay que luchar. El concepto clave es la intencionalidad para entender que la objetividad es imposible y, además, inadecuada.
Objetividad imposible: si por objetividad entendemos la mera descripción de un hecho noticioso servida en bandeja de plata y en toda su inmaculada perfección, sin distorsiones, olvídese el lector de ello. La noticia pasa por el filtro del periodista y por el filtro del receptor, filtros que son subjetividades conscientes o no y que añaden elementos de interpretación del hecho noticioso. Esa interpretación siempre existe y es subjetiva (versus objetiva), por no mencionar la obligación de sintetizar dado que la noticia se sirve en un espacio limitado. Aquí, noticia escrita fotografía o vídeo siempre aparece enmarcados y todo lo que no sale dentro del cuadro es realidad hurtada a los ojos del receptor. En resumen, la realidad cambia, por obra u omisión.
Objetividad inadecuada: al margen de una labor meramente descriptiva de una noticia, el profesional de la información interpreta la misma y la riqueza de la comunicación reside precisamente en el análisis y la diversidad de los géneros periodísticos. La intencionalidad, hilo conductor de toda esta reflexión, se convierte así en el motor central que va a decidir lo adecuado o no de publicar contenidos que pueden herir la sensibilidad del receptor. Si la intención es mercantilista (vender más ejemplares o promoción del propio medio) el morbo gana en pureza, se vende carnaza con el único propósito de obtener beneficio a costa de alimentar los más bajos apetitos del lector o espectador. Estas actitudes son éticamente reprobables siguiendo los más elementales conceptos de manual de ética periodística. Pero si la intención es remover sensibilidades o despertar conciencia crítica, podemos llegar a pensar que es conveniente tocar (o herir) la sensibilidad del receptor. El dolor de las heridas confirman que estamos vivos.
Hace algunos años trabajaba en una revista en la que publicamos un número especial titulado “El verdadero rostro del terror USA”. La idea central era criticar la actuación exterior de Estados Unidos, cuya política imperialista ha causado estragos a lo largo de los últimos 100 años. Llego a nuestra redacción una fotografía de un bebé recién nacido sin cerebro en un hospital de Irak. El drama era consecuencia directa del uranio enriquecido utilizado por los estadounidenses en la Guerra del Golfo. Era sólo uno de los muchos ejemplos de dolencias y malformaciones que se dieron después de la brutal intervención yanqui, pero aquél era un rostro, el rostro del terror, “el verdadero rostro del terror USA”. En la redacción se valoró llevar a portada aquella fotografía y, aunque la decisión final correspondía naturalmente a la dirección, la situación provocó un intensísimo y apasionante debate entre todos los compañeros sobre la conveniencia o no de publicar la imagen. Unos estábamos a favor de publicarla, otros estaban en contra y el episodio fue muy estimulante. Finalmente no se publicó, pero a todos nos había afectado la brutalidad de aquella imagen y los que queríamos publicarla precisamente pensábamos en que era la más efectiva manera de acercar a nuestros lectores la verdadera dimensión de aquella brutalidad. Efectivamente, el valor de la cercanía. La cruda realidad como remedio contra el adormecimiento de la conciencia.




viernes, 5 de octubre de 2012

Kresala. Pasó el Zinemaldia pero queda el cine


El cine club Kresala cumple 40 años y vuelve, como es habitual, en octubre. Caen las hojas, pero el celuloide renace en la Sala Kutxa de Arrasate. Todavía sumidos en la dulce y melancólica resaca del Zinemaldia (como todo lo bueno, si breve dos veces bueno), el pistoletazo de salida de la nueva temporada de Kresala será el 8 de octubre con la organización de una mesa redonda titulada “Cine y espectador. Crisis y evolución” a partir de las 19:30 y en la que participarán el director de la Semana de Cine Fantástico y de Terror José Miguel Beltrán, la representante de SADE Coro Odriozola e Iñaki Gómez, productor ejecutivo de Irusoin. 
Juan Miguel Perea es un gran aficionado
al  cine y lleva dos décadas en Kresala


Tras la inauguración, abren la temporada las siguientes proyecciones: “El hombre sin edad” de Francis Ford Coppola (15 de octubre) y “Un, dos, tres al escondite inglés” de Iván Zulueta (22 de octubre). La sesión del 29 de octubre será para una película elegida por el público de entre una lista que repartirán los responsables de Kresala. Las votaciones se realizarán en las sesiones de los días 8 y 15 de octubre. En la misma sesión del 29 de octubre, los organizadores sortearán entre los asistentes un abono de Kresala y otro anual válido para Nosferatu. Ya en noviembre, el cine club celebrará una sesión especial aniversario con la proyección de “Cagliostrio” de Richard Oswald, película muda inédita en España y que contará con ejecución de piano en directo.






Con respecto al aniversario del proyecto, cifra redonda siempre merece rebobinar. Más de 1.200 películas proyectadas a lo largo de estas cuatro décadas es el bagaje del que pueden estar orgullosos sus responsables. En octubre de 1972 Luis Bergua, Juan Berasategui y Fernando Mikelajaurgui proyectaron “Ensayo de un crimen” de Luis Buñuel, un prometedor comienzo para un proyecto que ha sido fiel a la cita con sus seguidores todos los lunes, primero en la Sociedad Kresala, más tarde en Carmelitas y otros locales y, a partir de mediados de los años 70, en la Sala Kutxa de Arrasate, su sede definitiva. Tras la última temporada, los pioneros se han retirado y Kresala ha mudado su piel.
En plena ebullición del Festival establezco contacto con Juan Miguel Perea Gassis (Donostia, 1966), licenciado en Periodismo y vicepresidente de Kresala y lo hago plenamente "inconsciente" de que, en las fechas que corren, encontrar un hueco para tomarnos un café tranquilos y charlar es poco menos que tarea imposible. Finalmente “lo pesco” fuera de una sala y charlamos unos minutos sentados en una cafetería. “Veo una media de cinco a siete películas diarias, pero mi récord está en nueve en una jornada”. Suficiente certificado de su pasión por el cine. Es autor de dos libros sobre Ridley Scott y González Iñarritu que dan una idea de por dónde van algunas de sus obsesiones cinéfilas. Perea ingresó en Kresala en 1990. El presidente es Alberto Arizkorreta, veterano director del programa de viajes de EiTB “Chiloé” y completan el equipo David Ezkerra, Carlos Minondo, Isaac Gutiérrez, Arthur Murphy e Ignacio Rodríguez.


"Ensayo de un crimen" de Luis Buñuel sirvió para inaugurar, en octubre de 1972, las proyecciones de Kresala. Le han seguido a la magnífica cinta más de 1.200 títulos.





Muerte del corpus y el celuloide
Hubo un tiempo en que un aficionado al cine podía elaborar su propio calendario de películas y descansar tranquilo pensando que había visto lo más representativo.  “Hace años, por ejemplo con el cine del periodo de entreguerras, uno podía ver un corpus que era suficiente, con un mínimo de varios cientos de producciones al año podías hacerte una idea del paisaje general. Hoy en día es imposible, la producción anual es inmensa y muy dispersa”, señala Perea. Por otra parte, la desaparición del soporte físico difumina los límites precisos del universo cinematográfico. “El año que viene o dentro de un par de años el celuloide prácticamente habrá desaparecido y sólo quedará el formato digital”. Son las consecuencias de la nueva revolución tecnológica desarrollada en esta última década y que, al igual que sucede con las ediciones digitales bibliográficas frente al papel, elimina el soporte tangible en una burla a los sentidos.

Estrenos y debate
En estos 40 años, el cineclub Kresala ha conocido una evolución no sólo en la forma de ofrecer cine sino también en los propios contenidos de su programación. En los primeros tiempos se combinaba cine de estreno con películas de preestreno e históricas y en los últimos quince años, la cartelera ha derivado hacia títulos de estreno.
La gran cantidad de producciones ha empujado a los responsables de Kresala a ofrecer algo más que la mera confección de un programa de proyecciones. “En la actualidad, los tres ejes principales son la oferta de películas que no se hayan estrenado en las salas de Donostia y que difícilmente puedan ser vistas fuera de la programación de Kresala, fomentar el debate tras el visionado de la película y, por último, tratar de contar con la presencia del director de la película en la propia proyección”.
Dentro de esta filosofía, Perea recuerda estrenos traídos a Donostia a lo largo de los últimos años, tales como como “Milenium bambo” de Hou Hsiao Hsiev, “Yi yi” de Edward Yang o “Soy Cuba” de Mikhail Kalazatov.

Menos cine, más espectadores
En plena crisis, Kresala advierte cada vez menos abonados, pero un aumento de público. En las sesiones del último programa, este aumento ha sido de un 25 por ciento, según Perea. Por otro lado, el número de proyecciones ha descendido con respecto a los comienzos del cineclub y ha pasado de las 35 o 36 a las 26 o 28 que se incluyen actualmente, por lo que se puede decir que la actividad ha evolucionado hacia la organización de menos sesiones, pero más condensadas en cuanto a elementos de análisis. La intención de los nuevos responsables es tejer una red de colaboraciones y relaciones que sirvan para reforzar los lazos del proyecto con la propia ciudad. Así, Kresala colabora con Donostia Turismo, EGHAM y la Asociación de Internautas del País Vasco dentro de una mentalidad de apertura y colaboración con otras entidades.

Entradas y abonos
La programación de 2012 / 2013 tendrá el mismo precio que la pasada temporada y será de 4 euros por sesión, con lo que no repercutirá la subida del IVA. Habrá una oferta especial de 3 euros por sesión para socios de Kresala, abonados de Nosferatu y estudiantes, profesores y demás miembros de la UPV. Los abonos serán de 30 euros e incluirán 10 sesiones.